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septiembre 24, 2019
Artículo escrito por Juan Pablo Cárdenas, Investigador y Encargado del Área Construcción Sustentable, Universidad de la Frontera Con el lanzamiento del Instituto Passivhaus Chile, se puede observar como ha vuelto a llamar la atención del sector este estándar de edificación, surgiendo muchas preguntas respecto a la viabilidad de construir con estos atributos en Chile. Para aquellos…
Artículo escrito por Juan Pablo Cárdenas, Investigador y Encargado del Área Construcción Sustentable, Universidad de la Frontera
Con el lanzamiento del Instituto Passivhaus Chile, se puede observar como ha vuelto a llamar la atención del sector este estándar de edificación, surgiendo muchas preguntas respecto a la viabilidad de construir con estos atributos en Chile.
Para aquellos que no estén relacionados con el concepto, resumidamente se puede decir que este estándar rescata principios de eficiencia energética históricamente usados en la edificación y que fueron olvidados en la medida que los combustibles fósiles fueron abundantes y más baratos. En la década de los 70, cuando ocurre la crisis del petróleo, tanto en Europa como en América del Norte, se comenzó a buscar alternativas para que las edificaciones fueran más eficientes, prevaleciendo paralelamente dos enfoques: el de casas superaisladas y el de casas pasivas solares.
Es así, como luego de las primeras experiencias de viviendas de bajo consumo energético, surge la idea de una “casa sin calefacción” en Europa Central, siendo uno de sus precursores, el Dr. Wolfgang Feist, fundador del Passivhaus Institut.
En este contexto, a fines de los 80 y principios de los 90 se fundan los conceptos básicos de este estándar, que hasta el día de hoy continúa consolidándose a nivel mundial. El estándar Passivhaus, basa su estrategia en cinco principios básicos de la eficiencia energética:
En Chile, este estándar no es algo totalmente nuevo, ya en el año 2010 se ejecutó el condominio Frankfurt en la ciudad de Temuco, siguiendo sus principios, además, paralelamente ese mismo año Marcelo Huenchuñir, especialista en arquitectura sustentable, eficiencia energética y Passivhaus, certificó el primer edificio con el estándar en Chile.
Si se analiza con la perspectiva del tiempo, quizás el avance no fue tan rápido como se podía visualizar en aquellos años, sin embargo constantemente han ido ocurriendo sucesos que hacen pensar que esta nueva fuerza que ha tomado el Passivhaus después de casi una década, sea con mucha más potencia.
En primer lugar, se puede destacar que si bien la regulación térmica nacional está aún lejos de los estándares del Passivhaus, en los planes de descontaminación atmosférica presentes en las principales ciudades del centro y sur de Chile, ya se incorpora el concepto de una aislación térmica más continua con un espesor más adecuado, ventanas de doble vidriado hermético como base, medición de la hermeticidad al aire y aunque muy básico, un diseño de ventilación. Al menos, esto incorpora las partidas y hace que no sea todo tan desconocido, en el momento que un proyecto quiera avanzar hacia un bajo consumo energético.
También, se puede destacar que hoy existe más masa crítica de expertos que hace años atrás. Sin ir más lejos, hasta hace seis años sólo existían tres profesionales certificados en Passivhaus en Chile. Actualmente, ya hay más de una quincena de profesionales, con una tendencia a seguir aumentando, lo cual es básico para que estos conceptos se extiendan en el sector.
Otro factor importante a tener en consideración, son los proveedores de materiales y componentes necesarios para la ejecución de los proyectos. Afortunadamente, hoy están disponibles sellos para hermeticidad del aire, mejores perfiles de ventanas, triple vidriado hermético, y una serie de elementos que aunque no son masivos, ya están formando parte del stock que permite ejecutar correctamente un proyecto de estas características.
Finalmente, a estos factores locales específicos del sector, también se puede agregar la urgencia que existe en el centro y sur del país, por construir viviendas de mejor calidad, con una menor demanda energética que permita lograr un confort térmico sin sacrificar la calidad del aire, tanto exterior como interior, o bien sacrificar la estabilidad económica del país, entrando en una situación de pobreza energética.
Como se puede ver, este nuevo impulso viene en un momento lleno de oportunidades, y se espera que más allá de las certificaciones o sellos, estos conceptos sean incorporados en el sector, avanzando en el buen construir y en el tan anhelado concepto de construcción sustentable.
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